“Debemos preparar
nuestras propuestas de reforma rápidamente, sino toda esta lucha habrá
sido en vano” sentenció Xenia Sobchak durante la manifestación del
pasado 10 de marzo en Moscú. Las declaraciones de la popular
presentadora de televisión (hija del primer alcalde post-comunista de
San Petersburgo, del que Putin era ayudante) me llevan a varias
cuestiones: ¿Qué hacer el día después de una manifestación? ¿Qué otros
tipos de protesta hay? ¿Y qué se puede conseguir con ellas? Cuestiones que, pasada la primera huelga general en España, estan más de acualidad que nunca, ya que las manifestaciones han llegado a su fin.
Las Primaveras Árabes, los movimientos del 15M, Occupy Wall Street, así cómo las protestas en Rusia, nos han enseñado como la expansión de internet ha sido decisiva no sólo para organizar las protestas sino también para escapar de la habilidad del gobierno de controlar contenidos e imponer agendas informativas.
Por lo que hace a Rúsia, la reacción del poder político a dichas manifestaciones se ha efectuado en varios niveles y de forma gradual (posiblemente porque no esperaban una participación tan masiva). Así, tras las elecciones hemos visto represión policial, pero antes hubo contra-manifestaciones a favor de Putin, iniciativas oficiales en internet para que la gente hiciera públicas sus quejas Rusia sin estúpidos, e incluso originales campañas flashmob.
Movimientos de protesta como “Voina” y “Pussy Riot”, las “Monstrations” de Artem Loskutov, los vídeos animados de PG Dreli, los cuadros de Grigori Yushchenko y fotos de Sinie Nosy, son las manifestaciones artítico-políticas más destacadas del momento en Rusia. Posiblemente las acciones con más repercusión han sido las del grupo de arte-punk “Voiná”, quienes han llegado a voltear y a quemar coches de policía, realizar actos sexuales en museos públicos, utilizar pollos como si fueran consoladores en un supermercado, llenarse el cuerpo de cucarachas o dibujar penes gigantescos en uno de los puentes centrales de San Petersburgo. Esto ha llevado a que al mismo tiempo que reciben premios en Rusia por su innovación artística sean perseguidos por la policía, encarcelados y en algunos casos obligados al exilio.
Muy cercanos a los “Voiná” (en la ideología y en la práctica, ya que algunos de sus miembros son pareja sentimental) está el grupo “Pussy Riot”, banda de punk feminista (inspirada en el movimiento norteamericano del los 90 “Riot Grrrl”) que protesta por la falta de igualdad de género en Rusia y por la represión de gays y lesbianas.
Las “artistas” han provocado la reacción de varios sectores de la sociedad, desde la condena “moral” por parte del clero, a la simpatía de los más jóvenes, pasando por la crítica del bloguero y abogado Navalni, quien ha calificado el “asalto” de la catedral como “estúpido” y “gamberro”.
Lo cierto es que este tipo de acciones han evolucionado cada vez más hacia la confrontación, y tanto los “Voiná” como las “Pussy Riot” han acentuado su carácter político frente al lúdico.
Reiventar las protestas, ya que tenemos demasiados ejemplos para entender que no sirve de nada que una multitud de gente salga a la calle con globos y panderetas.
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